miércoles, 30 de diciembre de 2009

Zamba para recordaros


Ultimos latidos de un año que agoniza, echo la vista atrás y reparo en dos pérdidas terriblemente sentidas. El entrañable poeta uruguayo Mario Benedetti nos abandonaba en primavera y Mercedes Sosa, la gran cantautora argentina, lo hacía en otoño. Los poemas de Benedetti, una explosión de vida, de color y fragancias sutiles, como la estación en la que nos dejó y las canciones de Mercedes Sosa, hojas que caen de los árboles, ese aterciopelado timbre de voz, penetrante, intensísimo, como salido de lo más hondo, melancólico como ese tímido octubre que se la llevó.

América Latina y el mundo entero nos hemos quedado huérfanos sin poder sentir ya nuevos poemas de Benedetti, las canciones de Mercedes Sosa. Son tantos poemas, tantas canciones que me han acariciado el alma durante tantos años....Ahora, a escasos pasitos del final de un año que nos arrebató vuestra presencia, entono una zamba para recordaros y eligo las "Utopías" de Benedetti y esa "Canción de las simples cosas". No son de lo más conocido, pero sí son dos maravillas que siempre estarán conmigo y me seguirán acompañarán en mi camino, aunque ya no estéis. Grandes, grandísimos, gente guapa, buena, valiente, honesta, comprometida, como pocos quedan, y es por esto que son los dos una gran pérdida.

"Utopías". Cómo voy a creer / dijo el fulano / que el mundo se quedó sin utopías. Cómo voy a creer que la esperanza es un olvido o que el placer una tristeza. Cómo voy a creer / dijo el fulano / que el universo es una ruina aunque lo sea o que la muerte es el silencio aunque lo sea. Cómo voy a creer que el horizonte es la frontera que el mar es nadie que la noche es nada cómo voy a creer / dijo el fulano / que tu cuerpo / mengana / no es algo más de lo que palpo o que tu amor ese remoto amor que me destinas no es el desnudo de tus ojos la parsimonia de tus manos. Cómo voy a creer / mengana austral / que sos tan sólo lo que miro acaricio o penetro. Cómo voy a creer / dijo el fulano / que la útopia ya no existe si vos / mengana dulce osada / eterna si vos / sos mi utopía.
Poema de Mario Benedetti, "Utopías"

martes, 29 de diciembre de 2009

Los tres pequeños cuadros de Sorolla


Hasta 282.000 visitantes ha registrado en Valencia la exposición "Visión de España. Sorolla en las colecciones de la Hispanic Society of America y de Bancaja", desde su apertura el pasado uno de octubre. Y precisamente debido a ese éxito de asistencia, sus responsables han decidido prorrogarla otros dieciocho días más hasta el próximo 28 de enero. Yo he sido de las que ha dejado casi para el último momento la visita y ya me arrepiendo porque vale la pena francamente contemplar una y mil veces la majestuosidad de unos cuadros que, en determinados casos como "Castilla, la fiesta del pan", llegan a alcanzar proporciones desmesuradas.

Creo que es precisamente este hecho el que llama la atención del público que sale de allí estupefacto ante dimensiones tan espectaculares que requieren cierta perspectiva para apreciar detalles y descubrir elementos que a palmo, pasarían desapercibidos. De todos es sabido ya que la mayor parte de las obras que conforman la exposición fueron encargadas en 1911 a Sorolla por el hispanista norteamericano Milton Huntington para que formaran parte de las salas de la Hipanic Society, fundada a principios del siglo XX con la intención de mostrar la cultura española en los Estados Unidos. Estas obras debían ubicarse en la Biblioteca del centro americano que, con el tiempo, formaron parte de la denominada "Sala Sorolla".
No voy a descubrir ahora aca la genialidad y lo gran pintor que fue Sorolla, expertos e investigadores habrán que lo hagan, pero sí daré mi propia visión de la exposición y lo asombrada que me fui al reparar en que verdaderamente fue un auténtico genio capaz de realizar monumentales pinturas y otras del tamaño de la palma de una mano, tan grandiosas como las primeras. Y es que yo, a diferencia de lo que se pueda esperar, quedé paradojicamente, impresionada ante la visión de tres cuadros chiquitos que me llamaron poderosamente la atención entre tanto derroche de pintura.

Son tres cuadritos de unos 16 por 22 centímetros, aproximadamente cada uno, que el artista realizó simultáneamente a los de la Hispanic Society y que forman parte de la colección de Bancaja. Quizá la entidad financiera ha aprovechado la ocasión para incluirlos dentro de esta muestra pero, bien es cierto, que llegan a pasar desapercibidos para el público que queda impactado, como he dicho, por los otros cuadros de mayor formato.
Pues bien, estos tres cuadritos recogen escenas cotidianas de principios de siglo en las playas de San Sebastián, La Concha, y Biarritz y son de una modernidad tal que agrandan aún más, pese a su reducido tamaño, el genio artístico que fue Sorolla. Ya digo, quedé impactada de ver estas tres pequeñas muestras de grandiosidad artística rabiosamente moderna entre la majestuosidad costumbrista de las obras de la Hispanic.
Así que mi enhorabuena especial para el comisario de esta muestra que ha tenido a bien introducir estos tres cuadros para deleite de algunos que como yo también disfrutan con el arte de reducidas dimensiones y gran contenido artístico.

martes, 22 de diciembre de 2009

José Luis Sampedro: "Debemos buscar una Cultura ajena al dinero"


El escritor y economista José Luis Sampedro me concedió una entrevista para Attac Televisión, en la que reflexionó sobre el mundo actual, la situación de crisis que venimos padeciendo, y el poder del dinero sobre los derechos fundamentales del ser humano. Apeló en el transcurso de la entrevista a la reconstrucción de los valores que se han ido perdiendo en pro de la Cultura del Neoliberalismo más salvaje, e instó a "la construcción de otros nuevos acordes con los tiempos actuales a través de la Educación, encontrar, en definitiva, otro sentido de Humanidad", dijo. Sampedro insistió en que debemos buscar una Cultura ajena al dinero y que "tenemos el deber de defender nuestra propia vida personal, frente a un sistema que ya está muerto". "Estamos saliendo de un mundo para ir a otro desconocido, que estará influido por razones científicas", concluyó.
Para ver la entrevista íntegra: http://attac.tv
Fotografía: Gonzalo Miranda

lunes, 21 de diciembre de 2009

Hemeroteca (1) José Saramago


Entrevista publicada en el periódico ABC en 1996. El escritor inauguraba la Universidad de Verano de Gandía (Valencia) y me concedió la entrevista para charlar sobre los aspectos fundamentales de su conferencia, que versaba sobre la intolerancia y la xenofobia. Lejos estaba yo de pensar que dos años después le otorgarían el Nobel de Literatura y que inmenso placer compartir con él unos minutos, descubrir la lucidez de sus palabras y su talante tan humano. Hacía unos meses acababa de publicar su "Ensayo sobre la ceguera", obra de la cual este año se ha hecho una brillante adaptación cinematográfica, a cargo de Fernando Meirelles, y que ha sido alabada por el propio Saramago.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Miquel Gil, un "cantaor" para el siglo XXI


Miquel Gil (Catarroja-Valencia, 1956) lleva una honesta trayectoria musical a sus espaldas desde que Vicent Torrent le diera el empuje para ponerse ante un micrófono. Corrían los tiempos del emblemático grupo valenciano “Al tall”, a principios de los ochenta, pero ahora lleva tres discos en solitario y prepara un cuarto. Siempre fiel a sus orígenes, se enorgullece al reivindicar un código de música tradicional valenciana que durante más de mil años ha formado parte de la cultura musical autóctona y que piensa que, entrados en un nuevo siglo, “aún es útil y más en una sociedad globalizada como ésta”, afirma.

-¿Qué pasa que se le ve tan poco por estas, sus tierras?
Eso quisiera yo saber. Hace seis años que triplico el número de actuaciones en Italia comparado con el territorio valenciano.

-Vaya, y ¿eso a qué es debido?
Pues, te tienes que escuchar, por ejemplo, de boca de ciertos gestores culturales que programan en base a lo que dice el Babelia o la Radio 3 de turno que, la música en valenciano no tiene público, que es mala…Y yo les diría a esos gestores que salieran fuera y que vieran como sesenta mil personas corean en Düsseldorf (Alemania) las canciones de “L’Ham de foc”. Los gestores culturales y los políticos culturales van a cosas seguras y persiguen lo mediático, aquello que está de moda.

-Y tal como están las cosas en la industria discográfica con las descargas de Internet, mal asunto ¿no?
Te planteas los discos de otra manera. El disco es como una inversión, una forma de dar la noticia de que has hecho un nuevo trabajo, los medios amplifican la noticia, llegas al público y en el directo es donde ganas dinero. El disco era antes parte del negocio y ahora es, simplemente, una noticia. En cuanto a los conciertos, el folk nunca ha sido muy mediático y, por tanto, los que nos dedicamos más a la cultura que a la industria, estamos padeciendo menos este momento.

-Siempre ha sido un hombre muy comprometido ideológicamente, ese compromiso salpica de forma muy clara su trabajo musical…
Yo reivindico la música y reivindico la utilidad del código tradicional valenciano de mil años de cultura musical valenciana de cara al siglo XXI. Creo que aún es útil y bien útil; y más en una sociedad globalizada como la nuestra en la que podemos transformar lo local en universal. Estamos a un “click” de escuchar a un grupo de la otra parte del mundo.

-Está preparando nuevo disco, según tenemos entendido una producción de esas que llama “raras” realizada por el puro placer de hacerla, sin más pretensiones…
Efectivamente. Se trata de uno de esos discos que intercalo en un ciclo de tres años entre disco y disco oficial. Es un disco de versiones con salida estilística hacia otros territorios musicales en los cuales nunca he trabajado, con temas de Cole Porter, Sting, Humet, entre otros.

-Y mientras este disco termina de tener forma, prepara ya un cuarto en solitario ¡Está que no para!. Háblenos de ese trabajo.
Continúo en la línea de “Orgànic”, con una parte musical en deconstrucción de la música tradicional valenciana y unos textos de poetas contemporáneos: Enric Cassases, Ramón Guillem, Manel Rodríguez. Soy reincidente en algunos nombres sin quererlo, ya que te gustan determinadas formas de escribir.

-A estas alturas de su vida, ¿cómo define su momento actual?
Soy un privilegiado que trabajo en lo que me gusta, en un juego de fidelidades y apetencias. A nivel personal, me tengo que encontrar bien conmigo mismo, porque sino no podré ser útil a nada, ni a nadie.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Hoja de ruta por el Mercado Central de Valencia


Es viernes y, en la antesala del fin de semana, se suceden las compras de última hora bordeando el filo del mediodía en la avenida María Cristina, una calle muy transitada de mi ciudad, Valencia, que deriva en el Mercado Central. Ese es mi objetivo, allá me dirijo, a una de las construcciones más bellas del Modernismo valenciano de principios de 1900. Diviso una de las cúpulas del edificio y accedo por la entrada de la calle Palafox, la más discreta y menos bulliciosa. Las imágenes que de esta imponente catedral del comercio ha realizado mi amigo, el fotógrafo valenciano Josefo Soriano, han desfilado por mi retina días atrás en una compañía estimulante desde que me pidiera que revelara con palabras el objetivo de su mirada.

Nada más entrar al recinto, allí está su sensible y artística impronta, al alcance de mi mano, en un espectáculo visual de colores que estallan ante mis ojos y que osaron colarse con anterioridad a través de la lente de su cámara. Me tropiezo de bruces con uno de los puestos vestido de rojo intenso, fresones bermellones que se expanden en abigarrado orden y ceden protagonismo a continuación a modo de bandera andaluza, en verde y blanco, manto de cebollas y alcachofas, orgullo patrio de la cada vez más diezmada Huerta de Valencia. La casi inexistente ya Horta de Valencia, tan ajena hoy en día al surtido de frutas tropicales que contemplan melancólicos una pareja de ecuatorianos, a los que a su vez, contemplo yo mientras lucen en arco iris un buen surtido de papayas, chirimoyas, mangos y guayabas que atestiguan como la Globalización corre por las arterias principales de un mercado que ya poco o nada tiene que ver con el que relatara Vicente Blasco Ibáñez en su “Arroz y Tartana”: “...La plaza (se refiere a la Plaza del Mercado, antesala del recinto cerrado que hoy visito), con sus puestos de venta al aire libre, sus vendedoras vociferantes, su cielo azul sin nube alguna, su exceso de luz que lo doraba todo a fuego, desde los muros de la Lonja a los cestones de caña de las verduleras, y su vaho de hortalizas pisoteadas y frutas maduras prematuramente por una temperatura siempre cálida, hacía recordar las ferias africanas, un mercado marroquí con su multitud inquieta, sus ensordecedores gritos y el nervioso oleaje de los compradores…”.

En el Mercado Central ya no se oyen gritos, ni los compradores andan nerviosos, ni el tranvía para en la puerta, ni llegan los huertanos con sus carros a vender sus mercancías…..El tráfico rodado de coches, motos y viandantes se mezcla con el ruido de unas obras cercanas y el estrépito de los autobuses de los que descienden turistas despistados que recalan ahí tras un periplo cultural por el triangulo artístico que conforma este edificio junto a la Iglesia cercana de los Santos Juanes y la bella Lonja de los Mercaderes, un majestuoso ejemplo del gótico civil que fue declarado hace ya algunos años Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El hambre aprieta y las ganas de llevarse a casa un souvenir alimenticio también. Se quedan como embobados ante el moderno e innovador puestecito de delicatessen, todo tipo de frivolités, aptos para el paladar más exquisito, aunque prefieran comprar vino, miel, aceite de la tierra y quesos. “Quesos de la Isla de Madeira!, esos no, por favor, queremos el Manchego, el español por antonomasia, el auténtico, el queso de La Mancha”. La vendedora también globaliza: les habla en alemán y ellos tan contentos, con su porción del queso de la Mancha, envasado al vacío, eso sí, para que aguante el viaje de vuelta a sus países.


Me gusta contemplar esos tomates lustrosos que se empujan los unos a los otros como queriendo entrar en plano. Me los imagino cortaditos a trocitos, en el plato, con sal y buen aceite de oliva, acompañados por una ración de encurtidos, olivas, pepinillos, que también encuentro en grandes cantidades en el puesto vecino. La boca se hace agua. Y esas primorosas ristras de ajos en grácil armonía con ñoras, piñas y racimos de plátanos para ver quien aguanta mejor el cuelgue. De repente, un cerdo me guiña un ojo para que repare en como será su futuro y tome buena nota: “Plastificado, acabaré…o entre solomillos y tocinos amigos”, parece decirme.

A izquierda y derecha, coles, zanahorias, espárragos, calabazas, repollos, rabanitos, hojas de roble, melones y sandías…y la naranja, que no falte, manzanas….Más colores para la paleta de imágenes que Sefo recogió y que yo ahora reconozco y disfruto. Me paro un ratito ante el puesto de huevos frescos, y comienzo a recordar en blanco y negro…, cuando mi madre me mandaba a comprarlos con la huevera de plástico, que te valía para siempre, te servía para toda la vida. Ahora, los huevos te los despachan en envases de cartón. Usar y tirar, y así con todo. Los cestos de mimbre o la bolsa de tela, perdieron terreno a favor de las bolsas. Hace falta una cultura ecológica, también en los mercados.


Decido adentrarme en la sección de Pescados y Mariscos. El Mercado Central luce limpio y ordenado. Los productos son de calidad y eso se nota, frescos y del día. Me viene a la cabeza la fotografía de Josefo, con esos langostinos, “els rojos” (la gamba roja de Denia), los busco y los encuentro. Ahí están, a diez euros el cuarto. Los caracolitos parece que estén cantando en un coro, mientras recuerdo el pez espada de la veleta de una de las cúpulas que mi amigo reflejó en una de sus imágenes y que busco con expectación ya en el exterior del Mercado. ¡Que bonitas son las dos cúpulas del Mercado Central!, con las dos veletas añejas, sobre todo la de la Cotorra, emblema de unos premios que todos los años convocan los vendedores del Mercado para distinguir a las personalidades que pelean por preservar las tradiciones de la “nostra ciutat”.

Vuelvo de nuevo al interior del recinto para admirar las cúpulas desde dentro, el minucioso trabajo de restauración que se ha hecho recientemente, con la recuperación también de las coloristas vidrieras, sus columnas y forjados, que imprimen al mercado ese aire “art nouveau”, que podemos encontrar también en otras zonas de la ciudad: las casas de las calles del Cabañal, un barrio que el actual ayuntamiento de Valencia quiere destruir a fuerza de excavadora.
Mi visita está a punto de concluir. Muchas, muchísimas, veces he pasado ante las puertas del Mercado Central y otras tantas he entrado para comprar, pero jamás mi mirada reparó en los detalles que la sensible lente del fotógrafo y amigo Josefo resuelve de manera brillante. Debo agradecerle que haya hecho que me acerque a un rincón de mi ciudad con otros ojos diferentes y le devuelvo el guante que me lanzó para que miremos juntos ese rinconcito cercano a la playa de la Malvarrosa, el barrio del Cabañal, que dentro de poco dejará de existir. Touché, Josefo!

*Todas las fotografías que ilustran este texto son del fotógrafo valenciano Josefo Soriano. Mi agradecimiento.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Imágenes de una Revolución


Algunas de las imágenes que atesora la Fonoteca de Cuba se muestran estos días en el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM). Concretamente son 65 fotografías de fotógrafos como Alberto Díaz Gutierrez (Korda), Raúl Corrales, Oswaldo Roberto Salas, Liborio Noval, Ernesto Fernández, José Agraz, Perfecto Romero y Luis Pierce, en la muestra que este instituto dedica a la Revolución Cubana, al cumplirse este año su cincuentenario. Han titulado la exposición "Miradas reveladoras" al entender que todas esas imágenes captadas en el fragor del movimiento revolucionario se han convertido sin querer en huellas históricas, testigos mudos que sus autores jamás sospecharon trascenderían en el tiempo. Y así lo pusieron de manifiesto Roberto Salas y Liborio Noval en la presentación en Valencia de la muestra.

Aunque la muestra recoge instantáneas de los grandes iconos de la revolución Fidel Castro y el Ché, también deja traslucir la importancia que el pueblo cubano tuvo en el movimiento revolucionario. Imágenes para el recuerdo, miradas reveladoras...vale la pena visitar las salas del IVAM e impregnarse de esas ganas de cambio, ese ímpetu revolucionario que destilan unas instantáneas plenas de fuerta y belleza épica.

martes, 15 de diciembre de 2009

Pepe Llácer: El escultor constante (Primera parte)


Pessoa formuló una definición sobre el arte que perfectamente podría ajustarse al proceso de creación que sigue Pepe Llácer (Alcoy, 1953 ), a la hora de enfrentarse a la obra de arte. Y Pessoa dijo en su “Libro del desasosiego” que el arte “es la expresión intelectual de la emoción” y que “lo que no tenemos, o no intentamos, o no conseguimos, podemos poseerlo en sueños, y es con ese sueño con lo que hacemos arte…”. Desde hace más de veinte años, Pepe Llácer, alma mater del movimiento Russafart, artista autodidacta con una dilatada trayectoria a sus espaldas, anda soñando esculturas, retazos de vida que muestran la relación o vinculación del ser humano con la Naturaleza, obras de arte hechas materia a través de la conexión que el artista establece entre su mente, su corazón y, al fin, esa mano de escultor que traza una primera línea a modo de boceto-dibujo escultórico. Todo este proceso como una suerte de predestinación irremediable, un sino del que no puede escapar el artista y, así ha seguido, prácticamente toda su vida desde que cogió el pincel a la temprana edad de diez años, se decidió a esculpir una década después y otros diez años más tarde, continúa dando otra vuelta de tuerca más a sus obsesiones en la exposición que prepara para en la Sala del Almudín de Valencia y en la que integra por primera vez en sus esculturas el elemento lumínico.

A Pepe Llácer le podemos encontrar trabajando en su taller de la calle Sevilla, en pleno corazón del barrio de Ruzafa de Valencia, cualquier día de la semana siempre y cuando haya luz solar. Una luz mediterránea que entra por la gran techumbre de uralita del taller y que inunda ese gran espacio que allá por los años cuarenta fue el Sporting Club de Russafa, templo del boxeo en la Posguerra y en el que, por aquel entonces, se oían otros tipos de golpes diferentes al cincel o el martillo que ahora se escuchan. Le gusta trabajar marcándose cierta disciplina y horarios determinados, aunque en el fondo piensa que la labor del artista nunca finaliza, que se prolonga inevitablemente el día entero. En las primeras horas de una fría mañana de diciembre le robamos la atención sobre la última escultura en la que se encuentra enfrascado y comenzamos una charla rememorando sus años infantiles, aquellos en los que el arte se respiraba en cada rincón de su casa alcoyana, ya que el escultor procede de una familia de músicos.

LA INMEDIATEZ DE LA PINTURA
“Tuve una infancia marcada por el arte. Mi padre era músico y, de hecho, esta influencia hizo que yo, en principio, empezara a flirtear con la música. Con el tiempo, lo fui dejando al percibir que el proceso de creación en la música resultaba demasiado lento, metódico…había que aprender necesariamente solfeo y los resultados no podía verlos inmediatamente. Por el contrario, la pintura, a través de la pincelada y el color, me permitían expresarme de forma mucho más inmediata, había una concreción aunque el trabajo no estuviera todo lo bien realizado que yo quería. Esa sensación que me ofrecía la pintura me atrajo mucho más”.

Si bien la pintura llegó al escultor de forma totalmente autodidacta, sus estudios artísticos posteriores en la Real Academia de San Carlos le sirvieron para entender el Arte en toda su complejidad y para moverse entre el clasicismo y la modernidad, entre la rigidez de unas normas artísticas derivadas del estudio y los aires nuevos que se vislumbraban en una España que comenzaba a abrirse y a romper esquemas. Corrían unos años interesantísimos y convulsos. Eran los años setenta.
“Hay que tener en cuenta que soy una persona muy inquieta y que cuando ingresé en la Academia yo ya estaba pintando de forma habitual desde hacía años. Por tanto, recuerdo aquella etapa bastante interesante por lo que tuvo de fronteriza. Por una parte, seguía mis estudios en la Academia pero también permanecía atento a todas las informaciones que venían desde fuera y que te hacían entender el arte de otra manera diferente. Empecé a romper con la Academia en el sentido de que aprendía las técnicas propias del lenguaje artístico pero, a partir de ahí, me fui desenvolviendo en el campo de la libertad artística con las limitaciones existentes que habían de falta de información, librerías especializadas, galerías de arte contemporáneo, etc. Ante esta tesitura no podías evolucionar mucho en cuanto al arte contemporáneo, ya que en esos años otros países estaban haciendo grandes cosas y tu te tenías que conformar con lo que había”.

“De cualquier manera, de aquellos momentos me quedo con el aspecto fronterizo en el que me movía: entre el clasicismo y la modernidad. A partir de la muerte de Franco es cuando comienza la Modernidad en nuestro país, y fue uno de los momentos clave en el mundo del arte. Fue una etapa interesante desde el punto de vista de aprendizaje. El arte ha cambiado o está cambiando o cambiará mucho más, pero yo siempre he pensado que le arte se fundamenta en cuestiones que perduran en el tiempo”.

EL INEVITABLE TRASVASE DE LA PINTURA A LA ESCULTURA

Llácer dio su primera pincelada a los diez años y ya, desde entonces, no dejó de pintar, moviéndose entre la abstracción y la figuración. Su inevitable encuentro con la escultura (no podía ser de otra manera), habría de llegar un poco más tarde, cuando acabó sus estudios de Bellas Artes en la Real Academia de San Carlos.
“Yo seguía y seguía pintando. Estaba ya en la Academia, con mis estudios de arte, y fue al acabar estos estudios cuando, de repente, me di cuenta que mis cuadros iban tomando volumen, me adentraba de la forma más natural posible en temas mucho más espaciales. Las pinturas que realizaba en aquel momento giraban en torno a variaciones sobre interiores, referencias al interior de las casas o edificios y es por esto que el cuadro me pedía volumen. Casi de manera inconsciente empecé a modelar en el cuadro hasta que un buen día una escultura se cayó del cuadro y se presentó ante mis ojos”.

Desde que la escultura se instaló en la vida de Llácer, la pintura no ha encontrado acomodo, quizá como según el artista explica porque “no he encontrado el nexo de unión entre las dos”. Pero si que el dibujo le ha permitido mantener ese vínculo con el trazo en sus delicados bocetos escultóricos en papel que, en algún que otro caso, no han saltado página para instalarse en la esfera tridimensional.
“Estuve pintando unos quince o veinte años y durante ese tiempo, la escultura no existía, al igual que cuando comencé a esculpir, la pintura pasó a un segundo plano. La verdad sea dicha, en mi vida no pueden convivir las dos, quizás porque no he encontrado un nexo común de unión. En la escultura siempre me formulo planteamientos muy espaciales y la pintura es una representación, difieren mucho y puede ser que el vínculo se encuentre en el dibujo..Cuando pintaba, dibujaba mucho y cuando esculpo, también”.

“Mi referente es ahora la escultura. Hace ya años que no pinto de una forma cotidiana, pero no descarto retomarla sobre todo cuando sea más mayor y mis fuerzas no me permitan esculpir. La pintura siempre está ahí de cualquier forma porque yo sigo viendo colores en mis esculturas. Me apetece utilizar el color, aunque en el caso de la escultura no sea un valor determinante, ya que tiene connotaciones diferentes. No es lo mismo una escultura en hierro que cuando la pintas. Al pintarla la aligeras y si la dejas sin pintar, ésta tiene un peso visual más importante”.

TODO COMIENZA CON UNA LÍNEA………

El proceso de creación de Pepe Llácer comienza con una línea, una línea que trasciende el papel en conexión directa con su mano, que a su vez atraviesa su corazón y que parte de su mente. Porque tanto para el hombre como para el artista, la vida es una línea recta que sigue aunque, en ocasiones, y debido a su visión periférica, se desvíe del camino para conocer y aprender más y más.
“Yo entiendo el proceso de creación partiendo de una línea que luego desarrollo en el papel y que, finalmente, deriva hacia aquellos temas que me preocupan en un momento dado. La vinculación con la conexión mente-corazón-mano en el dibujo se realiza de manera automática y, a partir de ahí, va surgiendo todo. Para mi el dibujo es fundamental. Entiendo el arte desde ese proceso. En mi no se da un proceso donde las cosas surgen, para nada…el espacio que dejo a la improvisación es mínimo, pueden haber pequeños retoques, cambios.. ya que el dibujo es un plano y cuando empiezas a ver volúmenes, se pueden desarrollar esas modificaciones, pero quiero dejar bien claro que yo dibujo pensando en la escultura y, por tanto, mis dibujos son bocetos escultóricos y no dibujos propiamente dichos”.

…………Y FINALIZA CON LA ESCULTURA

“Reitero, dejo poco espacio a la improvisación y todo el proceso va desde el principio muy controlado. Cuando empiezo una escultura ya se como va a ser al final. Soy un artista muy metódico y ese control al que aludía me lleva a unos horarios y cierta disciplina. Me marco un trabajo diario que empieza desde la mañana y se prolonga hasta la noche. Ahora, eso sí, a mi me gusta trabajar de día. No puedo dar un martillazo cuando, en el silencio de la noche, suena más de lo debido, porque me molesta. Me gusta que la luz me ilumine, me embriague, se apodere de mi. Esa sensación del calor y la energía que proporciona la luz cuando estoy trabajando. Cuando anochece ya se acabó, aunque debo reconocer que un artista está trabajando las 24 horas del día…siempre tengo un bloc a mano donde realizo mis anotaciones o hago mis dibujos …y eso al final puede determinar un planteamiento formal diferente de alguna escultura”.

Pepe Llácer: El escultor constante (Segunda parte)


EL MATERIAL Y EL COLOR DE LOS SENTIMIENTOS

Dice Pepe Llácer que existe una relación muy especial entre los materiales y los colores, y ciertos sentimientos. Sus primeras esculturas mostradas conjuntamente con sus últimas pinturas en aquella primera exposición en la Galería Arte Madrid, en el año 1987, eran pequeños objetos cotidianos y bodegones realizados en hierro y madera. Pero el artista ha sabido ir más allá y durante todos estos años han pasado por sus manos otros materiales como el zinc, el cobre, el fibrocemento, el yeso y el latón, y, además, su paleta de colores de pintor se abre cuando la ocasión lo requiere.
“Valoro muchísimo el material desde esa perspectiva del color. La luminosidad, por ejemplo, que pueda dar cierto material como el metal o la calidez del cobre, en ese rojizo caluroso que expande…Hay una relación maravillosa entre los materiales y ciertos sentimientos y mis cambios de material vienen determinados por una necesidad de expresión o por una apetencia ya que encuentras que necesitas ese tipo de luz determinada que te proporciona calor o la frialdad de otros”.

…………DE LA VALENCIA FRONTERIZA

“Valencia siempre me ha gustado porque aúna la influencia árabe con esa vertiente de ser fronteriza entre el norte y el sur. Contiene esos dos elementos: por una parte mantiene ese aspecto evolucionado hacia el norte, pero mira de reojo al sur en su arraigo a la calle. Aún así, yo cuando he viajado fuera no he ido ni de valenciano, ni de español y, de hecho, nunca me han asociado con España. No se si será por mi manera de entender, o de decir o mi aspecto físico. Esto para mi es interesante por cuanto el arte no ha de tener una acotación de territorio. Ha de ir más allá. El arte es internacional. No quiero que se me identifique como valenciano, así porque sí. Yo soy artista y así me han visto cuando he estado fuera”.

AL BARRIO DE RUZAFA…………

“A finales de los noventa, me relaciono con gente del Teatro y la Danza. Entro a formar parte de la sala Marlow, un trabajo que me permitía vehicular las distintas artes y, de hecho, intervengo en espectáculos con Julia Greco, haciendo atrezos y pequeñas cosas teatrales, también hago alguna intervención. Mi motivación era estar ahí, aunque con el tiempo lo tuve que dejar porque la economía no funcionaba. Fue entonces cuando contacto con un amigo que tenía estudio en el barrio de Ruzafa y a través de él se de este local que ahora es mi estudio. Otra gente se sumó al proyecto y hoy en día es mi estudio y el de Curro Canovese, al tiempo que se ha constituido como una asociación cultural donde tienen cabida todo tipo de espectáculos”.

IMAGINARIO Y OBSESIONES DE ARTISTA

“Yo siempre pienso que llevo haciendo más o menos lo mismo, pero que le cambió la cara porque me aburro. Mis planteamientos son muy parecidos. Puede haber una evolución porque las cosas llegas a verlas de manera diferentes con el tiempo, pero en el fondo siempre giro en torno a las mismas obsesiones o planteamientos que perduran en el tiempo porque es una manera de entender la vida”.

Y esas obsesiones, ese cometido o sino en la vida que Pepe Llácer entiende pasan por encontrar un sentido, por entender y expresar la vinculación del ser humano en la Naturaleza, la eterna pregunta del porqué estamos aquí y como nos desenvolvemos. Al artista le interesa el ser humano, el espacio en sí mismo, el paisaje, los exteriores y también los propios interiores de edificios, viviendas, el espacio donde uno habita.

“Creo que cualquier cosa me puede influir, aunque siempre tengo una acotación, esa línea de trabajo donde hablo del ser humano, del entorno, del paisaje…Me gusta el intercambio porque el aprendizaje es ese poder recibir todo lo que te entra para filtrarlo y, de ahí surgen mis obsesiones, aunque no soy especialmente obseso. Pero insisto, tengo mis acotaciones: la relación del ser humano con su espacio pero dentro de este concepto tienen cabida todo aquello que ocurre en este mundo y porque no, del otro también si tuviéramos más informaciones sobre lo que pasa más allá”.

Y sí, cuando a Pepe Llácer le preguntas sobre las influencias de otros artistas en su arte, no sabe qué contestarte. Sus esculturas sobre la Literatura y la Escritura vinieron dadas por su relación con escritores y las esculturas elevadas, surgieron de su trabajo con un coreógrafo.

“De repente quise hacer esculturas grandes porque la propia escultura me lo pedía. La serie de mecanos nació por mi deseo de materializar la idea de lo efímero, lo que aparece y desaparece como por arte de magia. Lo ves y ya no lo ves. La escultura desapareció. Son enormes y luego se convierten en nada. ¿Influencias? Podría ser el proceso al que se somete el nómada que va recorriendo los caminos, monta su tenderete y lo desmonta…¿Otra influencia? El sentido del viaje entendido como trashumante”.

Y el arte, expresión intelectual de la emoción, según Pessoa, pero también para Pepe esa entrada al vacío, ese aprender viajando previamente a los infiernos propios y ajenos. En definitiva, esa provocación de la caída para, así, llegar al conocimiento

“El arte es algo que me permite divertirme, al tiempo que me expreso y me comunico. La proyección del arte y del artista en sentido amplio te permite plantearte, cuestionarte a ti mismo (autoconocimiento) y a los demás y, por tanto, es una gran responsabilidad. Solo puedo decir que mi relación con el arte es sincera, de verdad, y que tiene como objetivo ofrecer lo mejor de mi mismo”.

lunes, 14 de diciembre de 2009

¿Por qué se suicidan las ballenas?


Hace unos días leí una noticia el periódico que me llevó, presa de la ansiedad, hasta mi Biblioteca y desempolvar un pequeño libro escrito por Ramón J. Sender en el año 1979 y que en su día leí con fruición, pese a mi desconocimiento sobre la materia que trataba y mis escasos recursos científicos para descifrar determinados datos que se daban.
La noticia a la que hago referencia relata como hace unos días se han encontrado en las costas adriáticas, concretamente en las proximidades de una playa de la región de Apulia (la de Foce di Capo Iale-Laguna di Varano), siete cachalotes agonizantes. Los siete cetáceos perecieron finalmente por causas que aún se desconocen y los investigadores ha mostrado su extrañeza al no ser esta zona frecuente en el tránsito de estos cetáceos en esta época del año concreta.
La pequeña joya que es el libro de Ramón J. Sender parte de una premisa en forma de incógnita que muchos científicos e investigadores andan intentando responder desde hace ya tiempo. "Por qué se suicidan las ballenas" es esta premisa que da título a la obra de Sender y que le sirve al escritor de excusa para reflexionar sobre el hombre del siglo XX y su inquebrantable vocación de destrucción del ecosistema. Sender defiende categóricamente que las ballenas se suicidan voluntariamente y que no es la polución o contaminación acústica de los océanos la causante de semejante suicidio colectivo. No es la primera vez que hechos de este tipo suceden. Habla el escritor de cómo las ballenas acuden con cierta frecuencia a las costas de la Baja California y de Florida para dejarse morir por desecación. Y, ¿por qué quieren suicidarse las ballenas?, unos animales que tienen el cerebro diez veces más grande que nosotros, los seres humanos. Dicho de otro modo, son infinitamente más inteligentes e inofensivas que nosotros y han decidido suicidarse desde que ha aumentado su persecución y caza, desde que los mares y océanos registran altas cotas de contaminación ambiental.
Y en esa reiteración y reflexión previa que desarrolla Sender a lo largo del libro, se vuelve a preguntar:
"Por qué se suicidan esos enormes cetáceos atediluvianos que tienen una capacidad de anticipación intuitiva diez veces mayor que nosotros y que renunciaron hace cientos de millones de años a las tareas que han levado a los hombres a lo que llamamos la "civilización"?. ¿Qué es lo que en su intuición perciben las ballenas?. El riesgo probable del fracaso de la vida orgánica incluidos los genes de las especies vertebradas y mamíferas?. Una anticipación voluntaria de una destrucción inevitable y próxima? ".

Llevamos el universo entero en nuestro sistema nervioso. Y esta no es una aseveración que realizo desde el esoterismo o la espiritualidad. Para nada. Científicamente ya dijo Ramón y Cajal (y recoge Sender en su libro) que el sistema nervioso del hombre y la mujer (especialmente en el cerebro) tiene más neuronas y sinapsis de neuronas (unidades activas) que unidades físicas de materia (átomos y electrones) hay en el universo entero. ¿No es asombroso? Y si esto es así, las ballenas teniendo un cerebro diez veces más grande que el nuestro, y con predominio de genes intuitivos, ¿por qué deciden suicidarse? Concluye el escritor de la siguiente manera: "las ballenas, con una capacidad de intuición enormemente superior a la nuestra, parece que han decidido que no vale la pena seguir viviendo.."

La reflexión sería la siguiente ¿nos están avisando las ballenas de algún peligro amenazante? ¿es una llamada al orden en este desequilibrio medioambiental que estamos propiciando, en esta carrera hacia la destrucción ecológica del planeta?
Son solo reflexiones que surgen de la lectura atenta del libro de Sender y de estos hechos misteriosos de la muerte de ballenas que suceden cada vez más frecuentemente y a los que los científicos no dan respuesta.

Mientras nosotros los humanos no tomemos conciencia de nuestra responsabilidad y respeto hacia con el resto de habitantes del planeta y el mismo planeta y continuemos siendo cómplices de esa destrucción que parecen presentir de una forma intuitiva nuestros compañeras las ballenas, esto no tendrá solución.

martes, 8 de diciembre de 2009

Vivir sin recuerdos


El caso de Henry Molaison me ha llamado poderosamente la atención. Me ha inquietado y me ha hecho reflexionar. ¿Cómo podría discurrir una vida sin memoria?. No recordar la bronca que acabas de tener con tu marido hace unos minutos, no saber qué hiciste ayer, ajena a la rutina y el lento discurrir de los días, en definitiva, andar por la vida sin pasado, totalmente al margen de los tormentos que determinados traumas infantiles operan en nuestro interior con el discurrir del tiempo e inmutable ante las cicatrices que surcan nuestras vidas a través de las experiencias vividas. Hacer siempre las cosas por primera vez. ¿¡¡¡¡¡cómo ha debido ser una vida así!!!!!!?

Henry Molaison nació en Hartford (Connecticut, EEUU) hace 82 años (hace un año que falleció de una enfermedad pulmonar). Parece ser que desde muy pequeño había sufrido ataques epilépticos que la Medicina no llegaba a solucionar con farmacos. Para colmo de males, a los 16 años tuvo un accidente al ser atropellado por un ciclista que le ocasionó un fuerte golpe en la cabeza que empeoró aún más su enfermedad y que provocó que las crisis epilépticas fueran mucho más severas. En el año 1953 fue intervenido quirúrgicamente y se le extirpó la amígdala, la mayor parte del hipocampo y la corteza del parahipocampo en ambos hemisferios cerebrales. Del resultado de aquella operación a Molaison se le redujeron los ataques epilépticos pero, al poco tiempo se vio que el paciente había perdido la capacidad de memorizar. Se creyó, en un principio, que padecía una amnesia transitoria pero, poco después, vieron que se trataba de una amnesia profunda e irreversible.

A partir de ese momento, Henry Molaison se convirtió en un caso digno de estudio por la Ciencia y, ahora, al haber sido donado su cerebro tras su fallecimiento, los neurólogos y psicólogos analizan su órgano en espera de encontrar las claves de la formación de las memorias, un proceso bastante desconocido hasta el momento.
La doctora Suzanne Corkin, del Instituto de Tecnología de Massachusetts ha investidado su caso durante cuatro décadas y ha escrito un libro sobre su vida. Por otra parte, Columbia Pictures y Scott Rudin han comprado los derechos de la obra y tienen en proyecto llevar al cine la vida de este hombre incapaz de retener sus recuerdos más allá de veinte segundos.

Si intento ponerme en el pellejo de Henry Molaison tan solo puedo sentir compasión. Debe ser terrible vivir sin recuerdos, sin memoria. Eso significa que la experiencia vivida te vale de bien poco, que difícilmente y por mucho que te empeñes, poco vas a aprender del "Oficio de vivir", como decía Pavese. Vivir sin memoria significa que adoleces de experiencia y que, por tanto, siempre estarás abocada a cometer los mismos errores....Llegar permanentemente virgen a las situaciones, sin aprender nada, sin retener los instantes de felicidad que te puedan procurar las personas, los lugares, un libro recien leído, una música escuchada, la contemplación de un amanecer o ese sumergirte, ese mecerse, en la gozosa melancolía del devenir de los días. Decía George Sand que "el recuerdo es el perfume del alma". Pobre Molaison condenado a vivir sin oler la fragancia más preciada que puede tener un ser humano.