lunes, 14 de diciembre de 2009

¿Por qué se suicidan las ballenas?


Hace unos días leí una noticia el periódico que me llevó, presa de la ansiedad, hasta mi Biblioteca y desempolvar un pequeño libro escrito por Ramón J. Sender en el año 1979 y que en su día leí con fruición, pese a mi desconocimiento sobre la materia que trataba y mis escasos recursos científicos para descifrar determinados datos que se daban.
La noticia a la que hago referencia relata como hace unos días se han encontrado en las costas adriáticas, concretamente en las proximidades de una playa de la región de Apulia (la de Foce di Capo Iale-Laguna di Varano), siete cachalotes agonizantes. Los siete cetáceos perecieron finalmente por causas que aún se desconocen y los investigadores ha mostrado su extrañeza al no ser esta zona frecuente en el tránsito de estos cetáceos en esta época del año concreta.
La pequeña joya que es el libro de Ramón J. Sender parte de una premisa en forma de incógnita que muchos científicos e investigadores andan intentando responder desde hace ya tiempo. "Por qué se suicidan las ballenas" es esta premisa que da título a la obra de Sender y que le sirve al escritor de excusa para reflexionar sobre el hombre del siglo XX y su inquebrantable vocación de destrucción del ecosistema. Sender defiende categóricamente que las ballenas se suicidan voluntariamente y que no es la polución o contaminación acústica de los océanos la causante de semejante suicidio colectivo. No es la primera vez que hechos de este tipo suceden. Habla el escritor de cómo las ballenas acuden con cierta frecuencia a las costas de la Baja California y de Florida para dejarse morir por desecación. Y, ¿por qué quieren suicidarse las ballenas?, unos animales que tienen el cerebro diez veces más grande que nosotros, los seres humanos. Dicho de otro modo, son infinitamente más inteligentes e inofensivas que nosotros y han decidido suicidarse desde que ha aumentado su persecución y caza, desde que los mares y océanos registran altas cotas de contaminación ambiental.
Y en esa reiteración y reflexión previa que desarrolla Sender a lo largo del libro, se vuelve a preguntar:
"Por qué se suicidan esos enormes cetáceos atediluvianos que tienen una capacidad de anticipación intuitiva diez veces mayor que nosotros y que renunciaron hace cientos de millones de años a las tareas que han levado a los hombres a lo que llamamos la "civilización"?. ¿Qué es lo que en su intuición perciben las ballenas?. El riesgo probable del fracaso de la vida orgánica incluidos los genes de las especies vertebradas y mamíferas?. Una anticipación voluntaria de una destrucción inevitable y próxima? ".

Llevamos el universo entero en nuestro sistema nervioso. Y esta no es una aseveración que realizo desde el esoterismo o la espiritualidad. Para nada. Científicamente ya dijo Ramón y Cajal (y recoge Sender en su libro) que el sistema nervioso del hombre y la mujer (especialmente en el cerebro) tiene más neuronas y sinapsis de neuronas (unidades activas) que unidades físicas de materia (átomos y electrones) hay en el universo entero. ¿No es asombroso? Y si esto es así, las ballenas teniendo un cerebro diez veces más grande que el nuestro, y con predominio de genes intuitivos, ¿por qué deciden suicidarse? Concluye el escritor de la siguiente manera: "las ballenas, con una capacidad de intuición enormemente superior a la nuestra, parece que han decidido que no vale la pena seguir viviendo.."

La reflexión sería la siguiente ¿nos están avisando las ballenas de algún peligro amenazante? ¿es una llamada al orden en este desequilibrio medioambiental que estamos propiciando, en esta carrera hacia la destrucción ecológica del planeta?
Son solo reflexiones que surgen de la lectura atenta del libro de Sender y de estos hechos misteriosos de la muerte de ballenas que suceden cada vez más frecuentemente y a los que los científicos no dan respuesta.

Mientras nosotros los humanos no tomemos conciencia de nuestra responsabilidad y respeto hacia con el resto de habitantes del planeta y el mismo planeta y continuemos siendo cómplices de esa destrucción que parecen presentir de una forma intuitiva nuestros compañeras las ballenas, esto no tendrá solución.

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