martes, 8 de diciembre de 2009

Vivir sin recuerdos


El caso de Henry Molaison me ha llamado poderosamente la atención. Me ha inquietado y me ha hecho reflexionar. ¿Cómo podría discurrir una vida sin memoria?. No recordar la bronca que acabas de tener con tu marido hace unos minutos, no saber qué hiciste ayer, ajena a la rutina y el lento discurrir de los días, en definitiva, andar por la vida sin pasado, totalmente al margen de los tormentos que determinados traumas infantiles operan en nuestro interior con el discurrir del tiempo e inmutable ante las cicatrices que surcan nuestras vidas a través de las experiencias vividas. Hacer siempre las cosas por primera vez. ¿¡¡¡¡¡cómo ha debido ser una vida así!!!!!!?

Henry Molaison nació en Hartford (Connecticut, EEUU) hace 82 años (hace un año que falleció de una enfermedad pulmonar). Parece ser que desde muy pequeño había sufrido ataques epilépticos que la Medicina no llegaba a solucionar con farmacos. Para colmo de males, a los 16 años tuvo un accidente al ser atropellado por un ciclista que le ocasionó un fuerte golpe en la cabeza que empeoró aún más su enfermedad y que provocó que las crisis epilépticas fueran mucho más severas. En el año 1953 fue intervenido quirúrgicamente y se le extirpó la amígdala, la mayor parte del hipocampo y la corteza del parahipocampo en ambos hemisferios cerebrales. Del resultado de aquella operación a Molaison se le redujeron los ataques epilépticos pero, al poco tiempo se vio que el paciente había perdido la capacidad de memorizar. Se creyó, en un principio, que padecía una amnesia transitoria pero, poco después, vieron que se trataba de una amnesia profunda e irreversible.

A partir de ese momento, Henry Molaison se convirtió en un caso digno de estudio por la Ciencia y, ahora, al haber sido donado su cerebro tras su fallecimiento, los neurólogos y psicólogos analizan su órgano en espera de encontrar las claves de la formación de las memorias, un proceso bastante desconocido hasta el momento.
La doctora Suzanne Corkin, del Instituto de Tecnología de Massachusetts ha investidado su caso durante cuatro décadas y ha escrito un libro sobre su vida. Por otra parte, Columbia Pictures y Scott Rudin han comprado los derechos de la obra y tienen en proyecto llevar al cine la vida de este hombre incapaz de retener sus recuerdos más allá de veinte segundos.

Si intento ponerme en el pellejo de Henry Molaison tan solo puedo sentir compasión. Debe ser terrible vivir sin recuerdos, sin memoria. Eso significa que la experiencia vivida te vale de bien poco, que difícilmente y por mucho que te empeñes, poco vas a aprender del "Oficio de vivir", como decía Pavese. Vivir sin memoria significa que adoleces de experiencia y que, por tanto, siempre estarás abocada a cometer los mismos errores....Llegar permanentemente virgen a las situaciones, sin aprender nada, sin retener los instantes de felicidad que te puedan procurar las personas, los lugares, un libro recien leído, una música escuchada, la contemplación de un amanecer o ese sumergirte, ese mecerse, en la gozosa melancolía del devenir de los días. Decía George Sand que "el recuerdo es el perfume del alma". Pobre Molaison condenado a vivir sin oler la fragancia más preciada que puede tener un ser humano.

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