miércoles, 7 de septiembre de 2011

Silvia Grijalba, premio Fernando Lara de Novela 2011



Ha arrasado este verano hasta conseguir una segunda edición en tan solo dos meses. La última novela de la periodista Silvia Grijalba ‘Contigo aprendí’, premio Fernando Lara 2011, es una ficción basada en la biografía de su abuela, una mujer adelantada a su tiempo que se codeó con Fred Astaire, Roosevelt y Dorothy Parquer en el Nueva York de los años 30.

-El bolero de Armando Manzanero da título a su novela, de la que ha dicho que es el libro de su vida. Con esta aseveración se marca un reto bien alto de cara al próximo libro. ¿Es consciente de ello?
- He dicho que es el libro de mi vida porque está inspirado en la historia de mi abuela y desde antes que empezara a escribir ficción hace once años, ya sabía que tenía que contarla. Lo que pasa que entonces yo no tenia la capacidad técnica suficiente para hacerlo. Quería que fuera una historia que siguiera los cánones de la novela clásica del siglo XIX, con una estructura interna complicada pero que por fuera no se notara, tipo las novelas de Jane Austen o las hermanas Bronté. Estos once años he estado preparándome para hacer esta novela, he estado cogiendo oficio. Además, la madurez me ha dado la capacidad de entender determinadas cosas que tenía que contar sobre mi abuela. Por tanto, es la novela de mi vida, la que siempre he querido escribir.

-Sigamos con el bolero de Manzanero. La letra dice así: ‘Contigo aprendí que existen nuevas y mejores emociones. Contigo aprendí a conocer un mundo nuevo de ilusiones…’. Verdaderamente, su abuela fue una mujer adelantada a su época. ¿Es un referente para usted?
-No solo es referente para mi, si no para cualquiera que conozca su historia. Fue una mujer muy valiente, ya que en la época que le tocó vivir, la España de los años treinta, era impensable que una mujer hiciera lo que hizo ella.
Se casó con un hombre para sacar a su familia de las penurias económicas por las que atravesaba y renunciando al amor de su vida. Se marchó a Cuba y se contagió de la sensualidad de la isla y de su forma libre de ver la vida y, luego en Nueva York, se codeó en el Waldorf Astoria, con gente como Fred Astaire, Roosevelt o Dorothy Parker. No todo el mundo ha vivido esto….

-En definitiva, lo que quiere decir es que su abuela fue una mujer libre, que tomaba sus propias decisiones sin amedrentarse…
-Efectivamente, ella fue capaz de tomar decisiones en su vida personal y sentimental muy complicadas y renunció a cosas que le hacían la vida más fácil para apostar por su independencia. Me gusta explicar en la novela que mi abuela sabía conjugar perfectamente una parte frívola y coqueta con otra parte de mujer de negocios que es capaz de hablar de tú a tú con un hombre. Me gusta incidir también en ese estereotipo de mujer feminista que no se permite destacar sus atractivos físicos de una forma natural. Ya digo, ella tenía esa parte frívola que le llevaba a vestirse de Alta Costura con Balenciaga, Piret, Schiaparellide, pero también le salía de forma muy natural no depender de nada ni de nadie y ser independiente.

-Usted fue muy valiente también al abandonar un buen día un trabajo fijo y bien remunerado de periodista para dedicarse a la Literatura..Sigue los pasos de su abuela…
-Sí, he heredado de mi abuela esa valentía…cada vez me parezco más a ella. En un momento dado, decidí dejar un trabajo bien pagado y luchar por lo que verdaderamente me gusta en la vida que es escribir. He pasado apuros económicos pero no me arrepiento, ha valido la pena. Hay que luchar por lo que uno esta convencido porque si no te puedes arrepentir toda la vida.

-He leído que para poder hacer esta novela tuvo que esperar a que murieran tanto su abuela como su padre. ¿No piensa que a ambos les hubiera gustado compartir su éxito?
-Claro, por supuesto y sí, la verdad es que he sido un poco egoísta. En el primero que me acordé cuando me dieron el premio Fernando Lara fue en mi padre porque a él le gustaba mucho escribir y tanto él como mi abuela se hubieran sentido muy orgullosos de mi. De cualquier forma, estaban conmigo de alguna forma y fue muy emocionante. Lo que quiero decir con esto es que estando mi abuela viva no hubiera podido escribir ficción y no porque se hubiera sentido ofendida por lo que escribía, no, si no porque a la hora de escribir estaría pensando más en ellos que en los personajes. Al no estar ellos, me sentí más libre desde el punto de vista literario, ya que si hubieran estado, cada cosa que me pidieran los personajes, me la hubiera planteado mucho más. Hacer Literatura es dejarse llevar, el escritor es como un medium, en el sentido más esotérico del término.

-A ver, explique mejor esta reflexión…
-Voy a poner un ejemplo. El personaje de José, el indiano, el hombre que se enamoró de mi abuela y se la llevó a Cuba. En la historia original, es un personaje secundario y yo en mi novela decidí hacer justicia poética con él, y convertirlo en protagonista, ya que fue un hombre hecho a si mismo, honesto, que se portó muy bien y que sufrió mucho.

-¿La Literatura es una suerte de catarsis?. Porque usted escribió su novela en un momento bastante complicado de su vida..
-En el peor año de mi vida diría yo. Me acababa de separar y estaba atravesando determinadas circunstancias que hacían bastante complicado el escribir, pero encerrarme y terminar la novela fue mi salvación. Anímicamente estaba muy mal y me sentía incapaz de finalizar la novela pero al sumergirme en otro mundo, todos mis problemas los volqué en la escritura…Tuve la suerte y la lucidez de volcar mi dolor en la novela y aplicar lo que sentía en mis personajes. La Literatura salva.


-Cuba fue un punto de inflexión en la vida de su abuela. ¿Qué tenía en aquellos años la isla que tanto influyó en el comportamiento de su abuela?-Ella se contagia de la libertad, de la forma de pensar tan libre de los cubanos. Es verdad que en la novela intento hacer una evolución de los personajes asociados a los escenarios donde se encuentran y mi abuela se contagia en la isla de la sensualidad, de esa forma de ver la vida de las mujeres cubanas. Mi abuela llegó a Cuba con el peso de la infidelidad cuando allí no era un tema tan terrible. Ella fue una mujer inteligente que supo adaptarse y que, de no haber vivido alli, no habría tomado la decisión sentimental que tomó en aquel momento.

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