domingo, 6 de marzo de 2011

Un núvol blanc



Senzillament se’n va la vida, i arriba
com un cabdell que el vent desfila, i fina.
Som actors a voltes,
espectadors a voltes,
senzillament i com si res, la vida ens dóna i pren paper.

Serenament quan ve l’onada, acaba,
i potser, en el deixar-se vèncer, comença.
La platja enamorada
no sap l’espera llarga
i obre els braços no fos cas, l’onada avui volgués queda’s.

Així només, em deixo que tu em deixis;
només així, et deixo que ara em deixis.
Jo tinc, per a tu, un niu en el meu arbre
i un núvol blanc, penjat d’alguna branca.
Molt blanca...

Sovint és quan el sol declina que el mires.
Ell, pesarós, sap que, si minva, l’estimes.
Arribem tard a voltes
sense saber que a voltes
el fràgil art d’un gest senzill, podria dir-te que...

Només així, em deixo que tu em deixis;
així només, et deixo que ara em deixis.
Jo tinc, per a tu, un niu en el meu arbre
i un núvol blanc, penjat d’alguna branca.
Molt blanc...

Los agujeros del callejero de Valencia


Si las calles fueran una metáfora de las ciudades, muchas de ellas nos darían sobrada información sobre los amores y los odios que laten bajo su asfalto procedentes de las urbes que las vieron nacer y los responsables municipales que las bautizaron. Los nombres de las calles tienen una importancia
vital en el entramado y fisonomía de las ciudades, ya que denominan las arterías que permiten la vida en ellas. Son seña de identidad urbana, ofrecen la información básica para desenvolverse, pero también ponen a nuestra disposición una oportunidad cultural única al descubrirnos los personajes ilustres que se ocultan tras ellas y el porqué alcanzaron la gloria de tamaña distinción, de dar nombre a una calle en su ciudad natal o, más aún, en otras lejanas con las que no tuvieron vínculo alguno. De la mano del fotógrafo Rafael Sena, hijo y nieto deuna saga de fotógrafos valencianos, y quizá la persona que mejor conozca el callejero del ‘cap i casal’ al estar ultimando un libro sobre la historia de las calles de Valencia, realizamos un recorrido por ese itinerario de odios y amores, de agravios comparativos y olvidos imperdonables, hacia esos personajes que dan nombre a nuestras calles.
Exilio en la huerta
Una primera parada nos lleva hasta la pedanía de Borbotó donde Rafael nos indica que podremos encontrar la calleJosep Renau (Valencia, 1907 - Berlín, 1982). Esta destartalada calle, unaespecie de callejón sin salida, pegado a la huerta en las afueras de Borbotó, parece una metáfora del exilio que sufrió en México el que fuera el más grande cartelista republicano, que ha dado nuestro país. Pintor,
fotomontador, muralista reconocido mundialmente, Renau es uno de los artistas valencianos más importantes del siglo XX, al que la ciudad dedica una calle desmerecedora de su valía artística. Sin dejar el mundo del arte, y sin alejarnos mucho de Renau, la artista Manuela Ballester (Valencia, 1908-Berlín, 1994), la que fuera su compañera sentimental, es una de las grandes olvidadas en la historia del arte valenciano por su condición de mujer, pero también en el callejero. No tiene calle en la ciudad, al igual que su hermano, el escultor Tonico Ballester. Aparentemente, corre mejor suerte, el escultor, pintor y artista gráfico Eusebi Sempere (Onil, 1923-1985) aunque, en el reparto, su categoría como pintor más representativo del arte cinético en España, no le han hecho merecedor de una calle y se ha quedado con un pasaje, en el distrito de Algirós, cerca del Mestalla. Un lúgrube
callejón entre fincas que los vecinos utilizan para aparcar al pasar inadvertido.
Valencia tampoco olvida a sus escultores insignes. A todos, excepto a uno: Andreu Alfaro (Valencia, 1929). Mientras el escultor Miquel Navarro (Mislata, 1946), por poner un ejemplo, tiene ya su calle, en una de las zonas de expansión de la ciudad, en Nou Campanar, Andreu Alfaro, Premio Nacional de Artes Plásticas, y con obra pública repartida por las principales capitales del mundo y en museos de gran prestigio, no tiene una en su ciudad natal.

Literatura en el olvido
Escritores, literatos, poetas, pedagogos.., no quedan inmunes a las grandes metáforas urbanas de ‘olvidos’ y ninguneos. Uno de los ‘olvidos’ más flagrante es el que se ha cometido en la figura del escritor Joan Fuster (Sueca, 1922-1992). El autor de ‘Nosaltres els valencians’ dijo ‘cada acción que
nosotros no hagamos, será hecha contra nosotros’. Quizá el no reconocimiento de la ciudad de Valencia a un hombre de su talla y valía intelectual, Premio de Honor de las Letras Catalanas, haga honor a la frase que pronunció y diga mucho de nosotros, los valencianos . El escritor y pedagogo Enric Soler i Godes (Castelló, 1903- Valencia, 1993), uno de los firmantes de les Normes de Castelló,
tampoco tiene calle a su nombre, mientras que, por contra, Jordi de Sant Jordi (Valencia, 1399-1424), caballero y escritor en la corte de Alfonso el Magnánimo, tiene dos: Mosen Jordi, en Olivereta, y la que lleva su nombre, muy cercana a los Jardines de Ayora.
¿Plaza o pantera?
El filólogo, historiador y escritor, Manuel Sánchis Guarner (Valencia, 1911-1981), puede hacer gala de tener una gran plaza en la ciudad de Valencia, confluencia de arterias importantes como la avenida de Peris y Valero, y atestada de vehículos en un tráfico continuo. Desgraciadamente, la plaza que la ciudad le dedica a uno de los participantes de la elaboración de las Normas de Castellón y autor de ‘La llengua dels valencians’, no es conocida por su nombre sino porel de un conocido dibujo animado ideado por Blake Edwards, la pantera rosa. El ingenio popular de los valencianos
bautizó la fuente que preside la plaza, obra de Miquel Navarro, con este nombre debido al parecido
de la escultura con el felino animado. En este recorrido, no podemos olvidarnos de la calle del escritor Enric Valor i Vives (Castalla, 1911-Valencia, 2000), muy cercana a la calle Miquel Navarro, en nou Campanar, pero con la que no guarda ninguna semejanza, ya que la dedicada al autor de las
famosas ‘rondalles’, ni tan siquiera aparece en el callejero.
Avenida para el humor
La que sí aparece y con nombre y dos apellidos, y por más señas con el nombre artístico con el que se le conocía en los circuitos humorísticos valencianos es la calle de Manuel Melià i Fuster, Don Pío (Valencia, 1951-1994). El popular Don Pío, famoso por el programa televisivo ‘No te rías, que es peor’, tiene una flamante calle en Valencia, en una de las últimas zonas residenciales de expansión
de la ciudad gracias al boom del ladrillo, en Nou Benicalap. Es una calle amplia, con parque infantil y rodeada de fincas de reciente construcción y franqueada por una especie de glorieta con azulejos de todas las fallas de la ciudad de Valencia.
Últimos reconocidos
Y los últimos que se añaden a la larga lista de personajes con calle en Valencia son el músico Francisco Llácer Pla, la indumentarista Carmen Ferrés García-Insa, el medallista paralímpico Vicente Gil Ros, el catedrático José María Desantes Guanter y los artistas Pedro Cámara y Nassio Bayarri. La comisión de Cultura acordó hace unos días dedicarles una calle ‘a valencianos que han destacado a lo largo de sus vidas en sus distintas ocupaciones y quehaceres profesionales’. Más que justificadas la calles dedicadas al compositor Francisco Llácer-Pla (Valencia, 1918-2000) y al pintor y escultor Nassio Bayarri (Valencia, 1932), quien fuera galardonado el año pasado por laGeneralitat Valenciana con la Distintión al Mérito Cultural. Otros y otras no han tenido esa suerte al haber sido olvidados en ese limbo urbano cultural, en el que se convierten, a veces, las ciudades.

“Sin criterio, ni planificación”
Rafael Sena tiene catalogadas hasta la fecha la historia y origen de un total de 3.300 calles. Le preguntas por alguna, y, automáticamente, la ubica en el entramado urbano de la ciudad y te ofrece explicaciones más que sobradas sobre el personaje y su contribución al mundo de la Cultura. Su pasión por el callejero comenzó a través de la fotografía y culminó en una exposición que montó en 1990, en el Café Lisboa, dedicada a la rotulación de las calles. Después siguió y en la actualidad está terminando un libro-inventario que compila la historia del callejero. Con la autoridad que le confiere el estudio sistemático de las calles, asegura que los despropósitos cometidos con ciertos personajes, no son fruto del actual gobierno municipal, si no que responden todos, sean del tinte político que sea. Para Rafael Sena, el callejero está sometido a los vaivenes políticos, a los intereses
concretos de cada grupo político y es hijo también de su época histórica. No hay más que observar, por ejemplo, cómo muchas de las calles del barrio de Ruzafa (Cuba, Filipinas...) reflejan el ‘amor patrio’ al imperio español, en el XIX, con la pérdida de las colónias. La influencia de la Iglesia en la rotulación de las calles, también es sintomática. Y el bilinguismo –añade Sena-, y el deseo de castellanizar algunas calles. Un ejemplo es la calle Joanot Martorell, cercana a los jardines de Viveros, en la que conviven dos rótulos, en valenciano y en castellano.
Grandes avenidas y calles emblemáticas para los escritores en lengua castellana, y otras más discretas para aquellos que realizaron su obra en valenciano. Detalles inexplicables para Sena. “Por qué una gloria portuguesa como Viriato tiene una calle? y ¿por qué todos los pueblos de Murcia y Aragón sí están representados en el callejero, mientras que faltan algunos pueblos de Valencia como Bunyol?.
En definitiva, Sena afirma tajante a modo de conclusión que el callejero de Valencia está realizado “sin criterio, ni planificación”, y lamenta que esto refleje la pérdida de personalidad de la ciudad.
Fotos: Silvia Peris
1.- Calle Don Pío; 2.-Calle Miquel Navarro; 3.- Calle Josep Renau