jueves, 23 de diciembre de 2010
Marcos Ana, por Navidad
En una librería de la calle Obispo de La Habana compré el mes pasado el libro del poeta Marcos Ana, "Decidme cómo es un árbol". Memoria de la prisión y la vida. Me costó 15 pesos cubanos, no llega a un euro, en una edición muy sencilla publicada por el Instituto Cubano del Libro. Que bella sorpresa me encontré al iniciar su lectura, páginas llenas de humanidad, ejemplo vivo de solidaridad y de dignidad en la vida. Fernando Macarro Castillo, que tomó su nombre poético de los nombres de pila de su madre y de su padre, fue el preso franquista que más años pasó en prisión. Entró por primera vez en la cárcel a los veinte años y saldría veinte años después, toda una juventud entre rejas soportando las vejaciones del régimen.
El aspecto que más me ha impresionado de la lectura atenta de cada una de esas páginas es la humildad con que Marcos Ana ofrece su testimonio, insistiendo una y otra vez en que él representa a tantos y tantos hombres que creyeron en la utopía, que defendieron la dignidad de las personas frente la opresión, la falta de libertad, en definitiva, frente a una dictadura de las ideas y la imposición.
Uno de esos hombres fue mi abuelo, Máximo Peris, tesorero de la CNT en Valencia y que, aún teniendo todos los papeles para marchar al exilio francés, se quedó en casa con su mujer y sus hijos, fue apresado y murió de tuberculosis y las palizas que le propinaron en la cárcel de San Miguel de los Reyes.
Mi abuelo está en esas páginas del libro de Marcos Ana, que han hecho que en muchos momentos se me saltaran las lágrimas.
A los que se empeñan en olvidar, a los que quieren que la memoria sea ocultada y sus páginas borradas del libro de la Historia, yo les regalaría ahora que viene la Navidad, un ejemplar de estas memorias de vida de Marcos Ana para que encuentren en ellas ese sentido por el que se supone se celebran estas fiestas en las que todos debemos ser un poco más solidarios y pensar más en el prójimo. Este libro si que está impregnado de espíritu navideño y no los escaparates del Corte Inglés.
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