viernes, 8 de enero de 2010

El Cabanyal agoniza


Yo tuve una casa en el barrio del Cabanyal de Valencia. Viví unos cuantos años en el barrio y gocé del barrio, pero también sufrí con el barrio. Porque el barrio del Cabanyal viene agonizando desde hace muchos, muchos años. Están dejando que se deteriore casi tantos años como dura la instrumentalización política que se viene haciendo de una parte de la ciudad que los ciudadanos no podemos disfrutar por culpa de unos políticos especuladores ávidos de dinero y empeñados en maltratar y destruir un Patrimonio Histórico que nos pertenece solo y exclusivamente a los valencianos.
Este preámbulo lo realizo para salir al paso de los últimos acontecimientos que tienen al barrio en las portadas de los periódicos y titulares de televisiones. El Ministerio de Cultura ha emitido una orden por la cual paraliza los derribos de las casas afectadas por el proyecto de prolongación de la avenida de Blasco Ibáñez al mar que impulsa el ayuntamiento del partido popular que comanda Rita Barberá. El citado ayuntamiento y el gobierno autónomo valenciano, también capitaneado por el popular Francisco Camps, la derecha más recalcitrante, han unido sus fuerzas al aprobar un decreto que, según tengo entendido, invalida la orden ministerial. Poco me importan las cuítas políticas o judiciales que pueda entrañar este asunto, y que se remontan ya diez años atrás con pronunciamientos del Tribunal Superior de Justicia, incluidos.
El caso es que, mientras tanto, el barrio agoniza..., se están deteriorando a marchas forzadas las casas que se pretenden proteger y sus fachadas de cerámicas modestas son un ejemplo bellísimo del Modernismo popular de final del siglo pasado que los habitantes de menos recursos de esta parte de la ciudad quisieron imitar a imagen y semejanza de las casas de los ricachones del Ensanche o la calle La Paz, otras zonas de la urbe de más solvencia económica.
Yo he visto mientras vivía en el barrio como una pareja de turistas japoneses fotografiaban sin parar las fachadas de estas casas creyendo que se trataban de reclamos turísticos. En Valencia tenemos un barrio único en el mundo, un barrio que si se recuperara y rehabilitara, sería una atracción turística de primer orden y dinamizaría la zona costera de la ciudad, pegada al paseo marítico y que la alcaldesa de la ciudad se empeña en relegar a los ricachones que vienen al evento exclusivo y elitista de la Copa América. Esta señora no se ha enterado que tiene que gestionar los recursos públicos para que los ciudadanos valencianos puedan tener mejor calidad de vida, una ciudad sostenible que está reñida con el cemento y hormigón que quiere esparcir por esa futura avenida que se construirá sobre las ruinas de un patrimonio histórico que pretende devastar con las demoliciones de edificios que ya han comenzado y que, afortunadamente, se han visto paralizadas como consecuencia de la orden ministerial.
Las casas del Cabanyal que pretende destruir son bellísimas, y esa zona está declarada Bien de Interés Cultural, algo parece les importe poco en pro de un supuesto progreso que tan solo beneficiará a las constructoras que tienen previsto realizar sus moles de edificios a imagen y semejanza de otra zona de la ciudad, la Avenida de las Cortes Valencianas. Eso es progreso, según nuestros actuales gobernantes, y no lo que pretendemos muchos: conservar aquello que nos da identidad como pueblo, que nos enraiza con nuestra Cultura, con nuestros orígenes.
Y mientras los políticos andan enzarzados en diatribas judiciales, el Cabanyal sigue agonizando....Yo tuve una preciosa casa en el Cabanyal de 1929, de la cual tuve que marcharme al no poder afrontar los gastos de rehabilitación que suponía dejarla como en su origen. Pedía subvenciones para restaurarla y todo eran impedimentos por parte del Ayuntamiento. Entendí que esa era la baza para que aquellos enamorados del barrio como yo, que habían comprado casa allí, se desesperaran y acabaran marchandose para poder especular agusto.
La operación está clara. Primero se abandona y deteriora un barrio, para después expropiarlo y poder especular para, a continuación, hacer negocio. Eso es lo que se pretende hacer con el Cabanyal, un caramelito muy dulce cerca del mar y conectado con la ciudad.
Porque no nos olvidemos de la historia del barrio. Antes fue un municipio independiente llamado Pueblo Nuevo del Mar. Se anexionó a Valencia en 1897. Antes de esta fecha, la ciudad de Valencia siempre le dio la espalda al mar y ahora lo que se pretende es que no podamos ver el mar con las moles de edificios que están proyectados en el barrio que pretenden destruir.
La Plataforma Salvem el Cabanyal, un grupo de vecinos contrarios a los proyectos del Ayuntamiento, viene luchando desde hace años porque no vaya adelante el plan. Tienen página web donde explican toda la historia y aportan documentos. De esta página es de donde he sacado las fotos que vienen publicadas en blog. Para cualquier consulta o ampliación del tema: www.cabanyal.com